lunes, 11 de junio de 2007

Cosmovisión Indígena

Orígenes del AtrapaSueños

El territorio que abarcaban las comunidades del suroeste corresponde a la mayor parte de los actuales estados de Arizona y Nuevo México, parte de California, de Texas y del actual México. Las poblaciones de esta zona estuvieron influidas culturalmente por los mesoamericanos, quienes eran denominados Chichimecas. 

Los conquistadores españoles bautizaron a estas culturas como indios Pueblo, por el tipo de construcción de sus viviendas. La secuencia cultural de estas comunidades es la siguiente: de las culturas del desierto nacieron los Mogollón y Anasazi. De éstos, los indios Pueblo, que se dividen entre los indios Hopi y Zuñi, a los que se unieron posteriormente los Navajo. Los indios Hopi, Zuñi y Navajo de la actualidad siguen practicando los ritos de sus predecesores, pero adaptados a las nuevas circunstancias. Es por este motivo que en este apartado tratamos conjuntamente las costumbres de las comunidades del pasado y del presente.

Cosmovisión Indígena

El círculo: la naturaleza cíclica del Tiempo

Para los indígenas de América del Norte la tierra era sagrada por ser el lugar de origen de la vida y el sitio al que se regresa tras la muerte.
La madre tierra ofrecía alimento a los vivos y reposo a los antepasados. El creador dotó a todas las cosas y los seres de un espíritu. Estos espíritus, junto con los dioses, estaban en un plano sobrenatural llamado “el mundo de ahí fuera”. 

Los rituales y las ceremonias servían para reforzar los lazos entre los vivos y los muertos. Los dioses y los espíritus mantenían el equilibrio del mundo y se manifestaban en forma de fenómenos naturales, de animales, de plantas o de accidentes naturales, como montañas o lagos. Con los espíritus se mantenían relaciones de parentesco, lo cual suponía tener una serie de derechos y deberes para con ellos. Estas reglas eran enseñadas a los niños por los ancianos de la comunidad. 

Respetando y observando la naturaleza, las personas se dotaban de una sabiduría que les permitía vivir en armonía con el cosmos. 

Los cantos estaban destinados a agradecer a los espíritus su generosidad e incluso a influir sus actos. Los animales entendían que los humanos necesitaban de su carne y sus pieles para vivir; lo único que esperaban a cambio era que se les honrara y respetara. 

El tiempo no era visto como un proceso lineal con un principio y un fin, sino como un ciclo que tenía que ser renovado constantemente a través del ritual. El círculo representaba esa naturaleza cíclica que se puede observar en el paso del día a la noche o de las estaciones. 

Lo sagrado era el lugar, el espacio, y allí se rompían las barreras del tiempo; los indios del pasado se mezclaban con los del presente y los del futuro. 

La cruz representaba el espacio horizontal, es decir, los cuatro puntos cardinales de donde llegan los cuatro vientos. 

Su arte eran símbolos en los que descifrar su visión del mundo. Para ello se sirvieron de elementos de la naturaleza, como fibras de plantas y árboles, huesos, pelos de animales, etc. En sus obras confluían las almas de los vivos, de los antepasados y de la materia del objeto. Es decir, una pieza transmitía la sabiduría de las generaciones anteriores, elevaba el espíritu de la comunidad del presente y, si estaba hecha, por ejemplo, de madera, el espíritu del árbol participaba de esta experiencia sacra.

Para muchas tribus el sueño es una forma de contactar con el mundo de los espíritus. 

Los atrapasueños filtran los malos sueños, dispersándolos y permitiendo que los buenos entren en la mente del durmiente. Los Navajo dicen que los inventaron inspirados en las telas que tejía la mujer araña, pero en realidad se cree que aprendieron la técnica de los indios Pueblo. 

La mujer araña había emergido de la tierra y les había enseñado a coser. 

Cuando nace una niña, es costumbre frotarle las manos y los brazos con una tela de araña, para que esté lista para enfrentarse a la vida.

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